El Doctor Horacio Soloaga invernò en el año 1986 en la Base Antàrtica Orcadas,
los invitamos a conocerlo a través de la siguiente entrevista:
Nombre: Horacio Soloaga
Estudios: Universitarios
Profesiòn: Mèdico Especialista en Enfermedades Infecciosas
Lic. Dora E. Gerez:
¿Podrìas contarnos sobre tu experiencia en la Antàrtida?
Dr. Horacio Soloaga:
"Seria imposible poder resumir en pocas líneas mi experiencia en la Antártida El continente blanco es màgico y todos los que hemos tenido la oportunidad de pasar algún tiempo allí, jamás podremos olvidar una experiencia tan fascinante.
Allí he pasado de los mejores y de los peores momentos de mi vida.
Quienes han sido Antárticos quedan marcados para siempre. Uno nunca se olvida de lo vivido y los pensamientos son recurrentes aunque pasen los años.
El día a día es un descubrimiento nuevo, y una experiencia irrepetible. Allí aprendí a conocerme a mí mismo. Viví experiencias extremas, algunas de ellas límites situaciones en las que la muerte cercana era una realidad y eso me marcó mucho. Me enseñó a saber cómo era mi carácter y a conocer mis reacciones en esas situaciones.
Lo más difícil para mí fue la lejanía con mis seres queridos y la convivencia. Al clima extremo uno se acostumbra y con buena ropa, preparación y prudencia, las bajas temperaturas, el viento y la nieve son cosas a lo que uno se adapta más o menos rápidamente Sin embargo las interrelaciones personales son difíciles no porque uno sea mejor o peor que sus compañeros de invernada, sino porque cada uno tiene una historia particular y diferente. La soledad y el aislamiento hacen que situaciones cotidianas y banales, sean magnificadas o mal entendidas.
En aquella época no contábamos con internet, ni televisión ni teléfonos (la comunicación con la familia se hacía a través de un equipo de radio bastante antiguo), de manera que esto contribuía a acentuar las condiciones de aislamiento.
A pesar de esto, me considero un privilegiado. La magnificencia del paisaje y el contacto con una naturaleza impactante y poco modificada por la mano del hombre, compensan aquellas situaciones difíciles que me ha tocado vivir.
Sè que es casi imposible, pero mi sueño seria poder visitar, aunque fuera algunas horas, aquel lugar que me marcó tan profundamente.
Lic. Dora E. Gerez:
¿Cuándo fuiste por primera vez a la Antártida?, ¿a què Base?, ¿cómo fue esa primera experiencia?
Dr. Horacio Soloaga:
"Fui a la Antártida en los primeros días del año 1986. luego de casi un año de preparación e inverné en la Base Orcadas del Sur hasta marzo de 1987. En mi viaje de regreso navegando en el Transporte Polar Bahía Paraíso, tuve la oportunidad de participar en la campaña de reabastecimiento de otras bases Antárticas de manera que conocí Decepción Jubany (actualmente Carlini), San Martín Primavera y Almirante Brown (tal vez el paisaje más impresionante que he visto en mi vida).
Creo que en la primera pregunta comenté como había sido mi experiencia. El balance final fue sumamente positivo. ¿Cómo olvidarme de aquellas excursiones para visitar loberìas de miles de ejemplares, o caminar entre una colonia de pingüinos, o caminar sobre glaciares imponentes, o esquiar rodeado de la inmensidad y el silencio?. Eso y decenas de experiencias difíciles de repetir en algún otro lugar, hace que la aventura resultara apasionante".
Lic. Dora E. Gerez:
¿Qué tareas realizabas como miembro de la Dotación?
Dr. Horacio Soloaga:
"La dotaciòn de Orcadas de aquellas èpocas estaba conformada por 14 personas, cada una con diferentes formaciones: el jefe, biòlogos, meteoròlogos, electricista, electrònico, cocinero, camarero, geomagnetista, maquinista y yo que era el mèdico de la Base.
Mis tareas no eran solamente la atenciòn sanitaria de mis compañeros (contaba con un pequeño consultorio), sino que tambièn me encargaba de otras funciones como: control y racionamiento de los vìveres, otros insumos no comestibles (por ejemplo elementos de limpieza y aseo), conservaciòn del mobiliario y responsable de la biblioteca y de los elemntos de diversiòn.
Tenìa otras dos funciones particulares: era el fotògrafo de la base (tenìa una minùscula sala de revelado en blanco y negro=, y era uno de los dos observadores glaciològicos terrestres, es decir que era el responsable de realizar los informes sobre la temperatura del agua, la presencia de hielo marino y la deriva de los tèmpanos que se veìan desde la costa.
Obviamente tambièn participaba de las tareas comunes de todos los miembros de la dotaciòn, entre ellas y como una de las màs importantes, la fabricaciòn de agua. Diariamente y en pareja, debìamos derretir hielo o nieve para obtener agua potable, imprescindible no solo para beber, sino tambièn para cocinar, asearse y limpiar.
Como veràs, no habìa tiempo para aburrirse".
Foto: Casa Principal en invierno
Lic. Dora E. Gerez:
¿Has ido a la Antàrtida como miembro de una Dotaciòn en otras oportunidades?
Doc. Horacio Soloaga:
"No, fue mi ùnica oportunidad de visitar la Antàrtida"
Foto: Las ruinas de Omond House (la primera casa habitada en todo el territorio Antártico en el año 1.904- Monumento Histórico Nacional)
Lic. Dora E. Gerez:
¿Podrìas contarnos alguna experiencia en particular que hayn vivido durante la invernada, de modo que los lectores del blog puedan comprender un poco màs lo que significa estar trabajando en un lugar tan maravilloso como es la Antàrtida?
Dr. Horacio Soloaga:
"Es muy difìcil elegir una experiencia de todas las que me tocò vivir, sin embargo resumirè una que fue particularmente excitante.
Era otoño en Orcadas y aùn no se habìa formado el pack de hielo que nos acomàñarìa todo el invierno y parte de la primavera. Una mañana vimos en el horizonte la figura no muy lejana de un barco. Intentamos infructuosamente comunicarnos por radio, lo cual no nos dejaba de llamar la atenciòn. Nuestro jefe echò al mar el zodiac con la idea de llevar a los dos biòlogos a un refugio distante unos 3 km de nuestra base, sin embargo aprovechò para tratar de acercarse a ese misterioso barco. A los pocos minutos de navegar se le plantò el motor y quedaron al garete, situaciòn extremadamente complicada ya que podìa significarles perderse en aguas antàrticas.
Yo estaba en la base y recibo la llamada por radio pidièndome ayuda. Junto con otros integrantes de la dotaciòn armamos el segundo Zodiac de rescate (una tarea que me resultò muy difìcil por mi inexperiencia) y nos lanzamos al mar (otras tres personas y yo mismo).
Para mi horror, a los pocos minutos tambièn nos quedamos sin motor, con el agravante de que por el apuro y la improvisaciòn nos habìamos olvidado de poner el tapòn de espiche de la lancha, por lo que empezamos a hacer agua. Nuestra situaciòn era desesperada. Media dotaciòn, en dos Zodiacs diferentes, sin motores y alejàndonos de la costa.
Por suerte nuestro maquinista actuò ràpidamente y pudo poner en marcha nuestro motor, de manera que al avanzar salìa el agua que habìa entrado a la lancha; sin embargo cada 23-30 mts. se volvìa a plantar por lo que la situaciòn se repetìa.
Asì seguimos durante varios minutos, motor que se paraba, entraba el agua, lo hacìan arrancar y a avanzar nuevamente. Por suerte pudimos llegar al bote de nuestros compañeros, nos amadrinamos a ellos y nos quedamos allì.
Afortunadamente desde el barco se habìan dado cuenta de nuestra situaciòn y vinieron a nuestro rescate (como en las pelìculas). Se trataba de un buque factorìa sovètico (esto sucedìa en el año 1986 y la U.R.S.S. aùn no se habìa disuelto) que era parte de una flota pesquera que pasaba por allì.
Nos invitaron a subir mientras reparaban nuestras lanchas. Recorrimos las enormes instalaciones, nos invitaron a comer alimentos exòticos (entre ellos corazòn de ballena) y uno de los marineros me hizo uno de los mejores regalos de mi vida: una maceta con un tipo de enredadera. La llevè de regreso a mi cuarto y la cuidè como un tesoro. Era la ùnica planta que verìamos en màs de un año. Sobreviviò toda la invernada y se la entreguè orgulloso a quien me reemplazò (supongo que ya no existirà).
La Antàrtida no perdona los errores y las imprudencias. Nosotros tuvimos suerte y a partir de esa situaciòn tratamos de cumplir a rajatabla todos los protocolos de seguridad".
Foto: Cambio de Dotación 1985-1986
Lic. Dora E. Gerez:
¿Còmo sobrellevaban el hecho de estar lejos de sus familias tanto tiempo? ¿còmo ocupaban el tiempo libre en la Base?
Dr. Horacio Soloaga:
Creo que todos lo llevàbamos bastante mal. Nos podìamos comunicar por radio un par de veces por semana. Era poco, pero por lo menos tenìamos la voz de nuestros seres queridos y las noticias del continente. Tratàbamos de disimular la soledad con trabajo, lectura, juegos y largas horas de charla. !Què bien nos hubiera venido internet!.
Tenìamos algunos juegos: pool, ping pong, ajedrez, damas, cartas, y tambièn contàbamos con algunas series viejas y pelìculas antiguas que veìamos un par de veces por semana y nos ayudaban a distraernos. No obstante la variedad no era muy amplia.
A veces organizàbamos campeonato de truco, fùtbol y billar. Tambièn tenìamos una biblioteca bastante surtida, asì que leìamos bastante.
Esa era toda nuestra diversiòn. El resto del tiempo era trabajar duro y aprovechar las horas para disfrutar de las maravillas que nos rodeaban".
Lic. Dora E. Gerez:
¿En base a tu experiencia en una Base Antàrtica Argentina, ¿què podrìas decirles a los jòvenes y a los lectores del Blog sobre la Antàrtida?
Dr. Horacio Soloaga:
" Argentina tiene una rica historia de màs de cien años de permanencia en la Antàrtida. Orcadas del Sur fue el primer establecimiento humano permanente en el continente blanco.
Centenares de hombres y mujeres entregaron su tiempo y muchos de ellos su vida, para mantener la presencia de nuestro paìs en aquellos territorios.
La Antàrtida debe ser una polìtica de estado permanente e irrenunciable, independientemente de quien gobierne nuestro paìs. No podemos tirar por la borda todo lo hecho en tantos años de historia. Debemos promover màs firmenente la investigaciòn cientìfica en glaciologìa, geomagnetismo, biologìa maritima, metereologìa entre otras àreas de estudio.
Debemos asegurar los medios logìsticos propios para el reabastecimiento de todas las bases, tanto permanentes como las temporarias y planificar adecuadamente toda la actividad Antàrtica.
Finalmente deberìamos promover a nivel educativo y desde los primeros niveles escolares, el estudio y el conocimiento de todo lo relacionado con la Antàrtida, que es una extensiòn de nuestro propio territorio. La conciencia de la sociedad harà que el tema no resulte extraño, sino un concepto permanente en el ideario nacional".
¡Muchas gracias por hablarnos sobre tu experiencia antàrtica Horacio!