En 1603 el almirante español Gabriel de Castilla avistó las islas Shetland del Sur, cuando fue arrastrado por una tormenta cerca del Estrecho de Magallanes.
A principios del siglo XVII Bouvet de Loier, joven francés, estuvo a punto de descubrir por primera vez la verdadera naturaleza de la geografía del Antártico. Alcanzando los 48° 50´ de latitud Sur, en la sección atlántica del océano meridional.
El 1° de enero de 1739, una tierra nevada emergía de la niebla, sumidos en la cual los dos buques de Bouvet, el Aigle y el Marie, habían estado siguiendo un tortuoso curso. Se trataba de la isla que había de llevar el nombre de su descubridor. Entonces, al igual que ahora, era difícil aproximarse a ella, por lo que Bouvet se vio forzado a alejarse hacia el sur, hasta que llegó al borde de aquella masa.
El gran cinturón de hielo, enlazaba con un distante e inaccesible continente, un continente de hielos y nieves.
La exploración no fue renovada en el hemisferio meridional hasta después de la Guerra de los Siete años. Entonces entró en acción la Armada inglesa, que antes de finalizar el siglo XVIII iban a alterar el planteamiento del problema sobre el continente meridional, proporcionando una base cierta y lógica para la exploración en el Antártico.
Charles Byron en 1764, Samuel Wallis y Phillis y Philip Cartaret en 1766, se hicieron a la mar con secretas órdenes del Almirantazgo de buscar la tierra o islas que, según se supone, hállanse en aquella parte del hemisferio meridional. Los tres partieron con instrucciones concretas, el adecuado trato que deberían recibir los buques, los trámites relacionados con la anexión de los territorios recientemente descubiertos a la Corona británica.
Byron, pese a la trascendencia de su viaje, no aportó nada a la solución del problema referente al desconocido continente.
Francia se incorporó a las tareas de exploración, deseosa de emular las glorias navales de Inglaterra. El jefe designado para la expedición francesa fue el caballero De Bougainville, un intelectual de noble cuna, discípulo ferviente de Charles Brosses.
En 1768, la Royal Society pone al mando de una nueva expedición a James Cook, quien debía zarpar el 25 de agosto, salida que sería el comienzo de tres viajes, los que cambiarían la faz de la geografía y aumentarían el caudal de los conocimientos humanos. El equipo utilizado por Cook, atendiendo a las necesidades científicas y a las exigencias de salud e higiene, sirvieron de modelo en las futuras expediciones polares hasta mediados del siglo XVIII.
Cook hizo especial incapié en la elección del buque, dado que sostenía que el mismo debía reunir tales condiciones que "a bordo los oficiales pudieran inspecccionar con el menor riesgo posible una costa de características desconocidas." Por su consturcción, era indispensable que permitiera ser varado sin novedad, en lo cual contaba también su tamaño. Dichas condiciones, no se encontraban reunidas en ningún buque de guerra de cuarenta cañones, ni en las fragatas, ni tampoco en los barcos de la Compañía de la India Oriental , ni siquiera en las construcciones navales de los países nórdicos o en las embarcaciones destinadas al transporte de carbón. Estos últimos eran los buques utilizados por la Armada como almacenes, en los que Cook sirviera como marino marcante en el mar del Norte. Fue en uno de ellos, el Eudeavour, de unas 370 toneladas, dotado de una amplia proa, en el que Cook zarpó para realizar su primer viaje.
Dado que la expedición era una empresa de inspiración científica fueron designados grupos de especialistas, hasta un total de ochenta y cinco, en los que se incluía al propio Cook, para las tareas de navegación, cartografía y astronomía.
La Historia Natural, un concepto que en el siglo XVIII era sinónimo de ciencia, constituía la principal preocupación de los expedicionarios.
En 1773, el capitán James Cook desembarcó en las islas Georgias y Sandwich del Sur, junto con las tripulaciones de las naves Resolution y Adventure fueron los primeros en cruzar el Círculo Polar Antártico. Cook describe ese hito en la historia de la exploración polar de la siguiente manera:
" Continué manteniéndome al sur, y a los diecisiete días, entre las once y las doce, cruzamos el Círculo Antártico en la latitud de 66 grados, 36 minutos y 30 segundos. El tiempo había aclarado u poco, de manera que podíamos tender la vista a lo lejos. Y sin embargo, no habíamos visto más que una isla de hielo en toda la mañana. Pero alrededor de las cuatro de la tarde observamos que la superficie del mar se encontraba cubierta de hielos. Contemplamos en un reducido espacio hasta treinta y ocho islas, grandes y pequeñas, así como masas de hielo sueltas, en abundancia, que nos vimos abligados a sortear sucesivamente Éstas fueron espesándose de tal manera a medida que avanzábamos que quedamos inmovilizados. El paso había quedado cerrado en toda su extensión, del este al este-sudoeste y no lográbamos dscubrir en aquella compacta masa ninguna abertura"
En noviembre de 1774, Cook zarpó una vez más de Nueva Zelanda, descubriendo (o redescubriendo) al sudeste de la Tierra del Fuego, el 1° de enero de 1775, la primera tierra típicamente antártica. Tratábase de la isla de Georgia, la isla de Georgia del Sur, como se la denomina ahora, anteriormente avistada por un buque español, el León en 1756, hoy una famosa base ballenera y puerto de partida de las expediciones antárticas. Fueron realizados tres desembarcos, izándose la bandera, tras lo cual Cook tomó posesión de la isla de Georgia en nombre de Su Majestad, disparándose una salva de armas de fuego pequeñas. Era ésta la primera reclamación territorial británica en la recientemente descubierta región del Antártico.
La península Antártica fue avistada por primera vez por Nathail Palmer, Brandsfield y Smith y por el marino Weddell quien, en 1822 descubrió las islas Orcadas y Shetland del Sur. Al año siguiente Weddel consiguió navegar 214 millas más al sur de lo que había navegado Cook, lugar a donde nadie había llegado todavía.
En 1831 el francés Dumont d´Urville, con las naves Astolabe y Zelee, descubrió la Tierra de Luis Felipe y la isla Joinville; dos años después, la Tierra de Adelia, en el cuadrante australiano.
En 1841 el británico James Clark Ross descubrió la isla de Ros y la Gran Barrera de Hielos que lleva su nombre. Y en 1895 Carsten Egeberg Borchgrevink junto a Toro y Kistensen fueron los primeros en desembarcar en el continente antártico.
En 1897, el belga Adien de Gerlache pasó el invierno entre los hielos al quedar atrapado su buque, el Bélgica, cerca de la Península Antártica.
Entre 1899 y 1904 se organizaron expediciones combinadas de varios países, impulsadas por el Congreso Internacional de Geografía reunido en Berlín.
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