Hoy se cumplen 113 años de la presencia argentina en la Antártida en forma ininterrumpida.
Nuestro país fue pionero en la Antártida, izando por primera vez nuestro Pabellón Nacional un 22 de febrero de 1904 en la Isla Orcadas,
Nuestro país fue pionero en la Antártida, izando por primera vez nuestro Pabellón Nacional un 22 de febrero de 1904 en la Isla Orcadas,
Pero este acontecimiento histórico, el cual pocos argentinos conocen y que prácticamente no se enseña en las escuelas, por conmemorarse la fecha durante el período de vacaciones de verano, merece su difusión basada en los hechos históricos tal como sucedieron.
Los argentinos debemos conocer por qué llevamos 113 años en forma ininterrumpida en la Antártida y quienes fueron los primeros argentinos pioneros en esas heladas latitudes y por qué motivos, en nuestro país, se estableció el 22 de febrero como el día de la Antártida.
Foto: Isla Laurie. Orcadas del Sur 1904. La foto pertenece al archivo de la Base Orcadas.
La historia antártica señala que los descubrimientos de las tierras antárticas fueron consecuencia del crecimiento rápido de la industria ballenera.
Al escasear los cetáceos en los mares polares del norte, las flotas balleneras se lanzaron en la búsqueda de nuevos horizontes para desarrollar sus actividades. Ésta fue una de las causas del descubrimiento de nuevas tierras en la periferia del casquete polar antártico, así el capitán Smith descubre las Islas Shetland del Sur en el año 1819.
Lamentablemente los cetáceos en los mares polares del sur sufrieron similar devastación que en el norte, ya en el año 1821- 1822 el Capitán Powell menciona en su diario que en la isla Elefante había muy pocas focas, a raíz de la persecución de la que fueron objeto en años anteriores.
Los foqueros argentinos también recorrían esas latitudes; ya en las primeras décadas del siglo XIX buques argentinos surcaban las aguas australes en procura de pieles de pinnípedos. Así es que han quedado asentadas en los registros del año 1818 la solicitud de permiso para la caza de lobos marinos "en alguna de las islas que en la altura del Polo del Sud de este continente se hallan inhabitadas", solicitud que tuvo resolución favorable, según consta en el acta de la sesión consular del 25 de agosto de aquel año.
También se tiene registros de otro foquero matriculado en Buenos Aires y bautizado Spiritu Santo, operaba en las Shetland del Sur y al parecer antes que los foqueros extranjeros. Hay un relato que ha sido rescatado de los archivos argentinos y producido por el piloto del buque foquero Hersilia y que cuenta lo siguiente:
"En 1818, Nathaniel Brown Palmer era el segundo a bordo del Brig Forquero "Hersilia", lo comandaba el capitán Sheffield, que iba a cazar focas en las cercanías del Cabo de Hornos. En el curso de ese viaje, Palmer fue dejado con un hombre en una de las islas Malvinas, para obtener provisiones, en tanto que el Brig iba a buscar las legendarias Aurora. Poco después de la partida del Brig, el Spiritu Santo, de Buenos Aires, llegó a la vista de la isla y el joven Palmer, supo que iba con destino a un lugar donde se encontraban millares de focas, pero que su capitán no quería divulgar. Tres días más tarde el Hersilia regresa y Palmer refiró el hecho a su capitán, aconsejándole segur al Spiritu Santo. El capitán del Sheffield, que tenía gran confianza en su segundo, lo escuchó y pocos días después descubrió las Shetalnd del Sur, desconocida por esta época. El Spiritu Santo estaba anclado allí y su tripulación quedó no poco sorprendida al ver llegar al Brig; pero su admiración por la habilidad de Palmer fue tal, que ellos mismos contribuyeron al cargamento del Brig, que regresó a Stonington con diez mil pieles de las más hermosas".
Otro de los buques foqueros de Buenos Aires contemporáneo del Spiritu Santo era la polacra San Juan Napomuceno. Matriculada por su dueño Marcos Pagliano en Buenos Aires el 21 de octubre de 1817, hizo frecuentes viajes a "Patagonicas" con el capitán Pedro Nelson, trayendo cargamentos de cueros de lobos consignados a su dueño.
Unos pocos años más tarde, en 1821 se produce el encuentro en el archipiélago de las Shetland del Sur de los capitanes Nathaniel Brown Palmer, esta vez al mando de un barco y sir Jorge Powill, inglés oriundo de Londres; quienes al no hallar suficientes focas y ballenas para faenar resuelven realizar una exploración hacia el este, en busca de nuevos horizontes para desarrollar sus actividades. Así fue como el día 6 de diciembre de 1821 llegaron al grupo de las islas Inaccesibles, situadas en el extremo oeste del archipiélago de las Orcadas. Powel, divisó tierras más hacia el este, por lo que continuó su viaje llegando hasta el extremo sudeste de la isla que hoy se conoce con el nombre de Coronation; donde realizó el primer desembarco.
En ese lugar fue depositado un documento encerrado en una botella, documento que es un acta de toma de posesión de aquellas inhóspitas tierras. Dicho documento decía lo siguiente:
"En este lugar desembarcamos y tomamos posesión en nombre del rey Jorge IV, dejando esta nota que indica las particularidades de este descubrimiento e imaginando que esta tierra es la primera que se ha descubierto después de la coronación de nuestro soberano, la denominaré Coronation Isla..."
Simultáneamente con este desembarco y toma de posesión, el capitán Palmer, que se había alejado algunas millas más hacia el este, entraba en el estrecho de Lewthwaite y desembarcaba también en las costas de las islas que en la actualidad llevan su nombre.
Nueve semanas màs tarde de ambos descubrimientos, James Weddell, ignorando que las islas habían sido anteriormente visitadas las denomina "Sourth Orkeneys".
Diesciseis años más tarde el archipiélago sería visitado por el navegante francés Jules Sebastian Cesar Drumont DÚrville, que al frente de los buques LÁstolabe y Zelée realizaba un viaje de navegación circunpolar.
Las Islas Orcadas quedaron olvidadas durante un período de cincuenta y ocho años hasta que William S. Bruce las visitó con su buque Scotia y casi al mismo tiempo el capitán noruego Larsen llegaba a ese archipiélago con el objeto de obtener informes precisos sobre la importancia de las loberías desarrolladas por Drumont D¨Urville y estudiar a su vez las posibilidades de establecer allí una importante industria ballenera.
Luis Piedrabuena fue el marino argentino que desarrolló la actividad más intensa en las aguas australes; sus incursiones en los mares antárticos se iniciaron prácticamente en su infancia y se extendieron hasta 1852. Siendo apenas un adolescente se embarcó en el ballenero "John E Davison" en el cual recorrió las aguas antárticas durante 7 años. En una de sus comisiones, en la temporada de 1850- 1852 fue comisionado para transportar ganado ovino y bovino a las islas Malvinas y desde allí cazar lobos marinos y ballenas en aguas antárticas, cumpliendo con esa misión arroba a la latitud 68º S, en inmediaciones de la bahía Margarita (cercano a lo que hoy es la Base San Martín); los hielos cerraron su ruta, por lo que debió permanecer con su tripulación en el mayor aislamiento durante un mes; con su tripulación debió permanecer en tierra, alimentándose de carne de foca, huevos y carne de pingüinos.
No podemos dejar de mencionar al Almirante Guillermo Brown, que en 1815, con sus buques, circunnavegó el cabo de Hornos hacia el oeste, siendo derivado por una tormenta hacia el sur, hasta los 65°; Brown deja constancia en su bitácora de haber presentido la presencia de tierras... “ya que el mar se torna muy benigno con un horizonte despejado y sereno y sin hielo, signo indicativo de no estar muy distante de tierra”..., se estaba refiriendo probablemente a las islas Shetland del Sur.
En las puertas del siglo XX, en Berlín, 1899, se celebra el VIII Congreso Internacional de Geografía, durante el cual se creó la Comisión Antártica Internacional, la cual aprobó una Recomendación, propiciando la exploración del mar antártico y la realización de diversos trabajos científicos: observaciones y estudios magnéticos, meteorológicos, geofísicos, oceanográficos, geológicos, biológicos, etc.
Siguiendo con este mandato, en 1901 se organiza la Expedición Antártica Internacional, de la que formaría parte Inglaterra con el buque Discovery, bajo las órdenes del capitán Scott; una expedición alemana a a bordo del Gauss, al mando de von Drygalski; una expedición sueca que lideraba el geólogo Dr. Otto C. Nordenskjöld, con el buque Antactic, la cual exploraría la parte sudeste de la Tierra de Graham, expedición de la que formó parte nuestro Alferez de Marina José María Sobral y el cuarto grupo lo conformaría la expedición francesa que con el buque polar Le Francaise, conduciría el Dr. Charcot.
Todas estas expediciones debían explorar los sectores del mar antártico que les fueron asignados, cumpliendo a la vez diversos trabajos científicos, observaciones magnéticas, meteorológicas, geofísicas, geológicas, levantamientos topográficos, estudios de la fauna y flora antárticas, oceonografía, etc.
A pedido del barón de Richthofen, quien había presidido el Congreso Internacional de Geografía, se le solicita al gobierno de nuestro país la instalación de una estación científica en la Isla de los Estados, así el pedido decía:
"Se trataría ante todo que el gobierno argentino haga en la Isla de los Estados, los mismos trabajos meteorológicos y magnéticos que harán las expediciones (alemana y británica) y durante el mismo tiempo, es decir desde el mes de octubre de 1901 hasta el mes de abril de 1903. más o menos". Y continúa: "Habiendo el gobierno de la República Argentina demostrado siempre tener el mayor interés por las regiones del Polo Sur, la presidencia del Congreso arriba citado, espera que no negará su concurso a esta empresa internacional, de la cual se espera obtener resultados de la mayor importancia para la ciencia".
Respondiendo a este pedido, el 10 de octubre del año 1.900 el gabinete nacional, en acuerdo general de ministros, encomendó al Ministerio de Marina la construcción de un observatorio meteorológico y magnético en la Isla de los Estados. Esto se concretó, trasladando el faro establecido el 25 de mao de 1884 en el puerto de San Juan del Salvamento, en la misma isla pero a una mejor ubicación, la inauguración y puesta en funcionamiento se realizó el 1º de marzo de 1902. Operó en forma contínua hasta el 31 de diciembre de 1917. Su primer jefe fue el Teniente de Navío Horacio Ballvé.
Una quinta expedición se organizó en Escocia, la cual estaba bajo la dirección del capitán William S. Bruce, a quien asignaron su sector de exploración y trabajos científicos en la parte del casquete polar situada al sur del continente sudamericano. Esta expedición, con el buque Scotia, partió de Edimburgo el 2 de noviembre de 1902 y a ella se debe el origen del actual observatorio nacional de las islas Orcadas del Sur.
En la Expedición Sueca al mando del Dr. Nordensjöld, llegó al Puerto de Buenos Aires en diciembre de 1901 a bordo del Antartic, un barco con historia en la navegación en aguas polares. Nordenskjöld solicitó apoyo al presidente Julio A. Roca para continuar hacia la Antártida con su expedición.
Roca a su vez le solicitó que un argentino formara parte de su expedición y el seleccionado fue el Alférez de Marina José María Sobral y puso a disposición de la expedición la ayuda necesaria para el éxito de la misma. Así Sobral se convierte en el primer argentino que invernó en la Antártida.
La idea de Nordenskjöld era permanecer durante un año tomando muestras, para lo cual eligió como lugar adecuado Cerro Nevado, situado al noreste de la Tierra de San Martín; al finalizar su año de invernada el Antartic los buscaría en marzo de 1903. Pero el Antártic queda aprisionado entre los hielos el 10 de enero de 1903, su tripulación quedó aislada en tres grupos y sin posibilidades de regreso. Nordenskjöld había indicado a las autoridades artenginas antes de partir del Puerto de Bs. As. que proyectaba regresar en marzo de 1903. Al pasar esa fecha y sin recibir noticias sobre la expedición la incertidumbre por la suerte de la expedición conmovió a los medios científicos de nuestro país y extranjeros, pero principalmente a la prensa argentina.
Una carta pública del Dr. Francisco P. Moreno sintetizó la ansiedad de varios sectores e invocó el espíritu humanitario de nuestro país para justificar el operativo de rescate. Nuestro país no contaba con un buque apto para la navegación polar, por lo que se dispuso acondicionar alguno de la flota para intentar la búsqueda de los expedicionarios, entre los que se encontraba un argentino.
Se escogió a la cañonera Uruguay para tal fin por lo que la acondicionó reforzando su casco para que pudiera resistir el embate de los témpanos, se cambió la arboladura, se la dotó de las máquinas del destructor Santa Fe, se cerraron la proa y la popa con los denominados lomos de ballena y sobre el puente se tendió un toldo protector. La cañonera Uruguay zarpó el 8 de octubre de 1903 rumbo a la Antártida en busca de la expedición sueca, era su comandante el Teniente de Navío Julián Irizar.
Otros países también se habían alistado para realizar el rescate, pero nuestra cercanía con el continente blanco quiso el destino que sea la Uruguay quien rescatara a los expedicionarios. Llegó el 4 de noviembre a avistar los primeros hielos al noroeste de las islas Shetland del Sur, el día 5 el vigía anunció que una espesa faja del pack cerraba el horizonte y la nave se veía forzada a buscar un paso entre el pack y la costa. El día 6 de noviembre recién se las aguas estuvieron libres de hielo y la nave se dirigió hacia la isla Seymour, la actual Base Marambio. Debido a que el hielo que luego encontraron era muy duro, Irízar dispuso que una comisión bajara a tierra; fueron los designados el Teniente Flies y el médico del barco, quienes recorrieron en trineo la costa hallando un mensaje escrito en una madera a lo alto del palo que decía: "Jackson, 1899" y alguien más había agregado más recientemente "Sobral - Anderson, octubre de 1903".
Los témpanos en movimiento obligaron a la Uruguay a levar anclas y navegar lentamente a lo largo de la costa durante 24 hs. mientras los hombres trataban de avistar una tienda o una cabaña, la cual identificaron a las cinco de la mañana: Irízar y Yalour bajaron en bote y se dirigieron al lugar encontrándose con los Bodman y Akerlund que estaban buscando huevos de pingüinos. Luego de un intercambio de saludos y abrazos, los cuatro hombres emprendieron rápidamente la marcha hacia la estación invernal de Cerro Nevado. Era el 8 de noviembre de 1903. Al anochecer y luego de cargar las valiosas colecciones de los expedicionarios, eligiéndolas entre sus pertenencias personales, la Uruguay se dirigió hacia la isla Paulet, donde se encontraba el resto de los suecos que se habían refugiado luego de que el Antártic quedara atrapado en los hielos. Posteriormente se dirigieron hacia bahía Esperanza para recoger las colecciones de los tres hombres que allí se habían refugiado durante nueve meses. Emprendieron el regreso previo paso por la isla de Año Nuevo donde Sobral desembarcó para verificar el instrumental magnético, operación que no se había podido realizar en el viaje de ida. En la isla de los Estados dejaron los perros groenlandeses, algunos de los cuales, luego fueron llevados por Charcot. El 22 de noviembre llegaron a Santa Cruz, donde Irízar telegrafió a Buenos Aires, "Puerto de Santa Cruz, noviembre 22 A.S.E. el señor ministro de Marina, Buenos Aires. La comisión de la Uruguay ha tenido completo éxito. He recalado hoy a este puerto accediendo a un pedido del doctor Nordenskjöld, que deseaba cuanto antes comunicarse telegráficamente con su país"
El 30 de noviembre la Uruguay llegó al Río de la Plata y se procedió a ordenar y pintar la nave, entrando al puerto el 2 de diciembre, en medio del entusiamo general. Funcionarios del gobierno y destacadas personalidades esperaban a los viajeros. A su arribo y en el mismo apostadero Irízar recibió su ascenso a Capitán de Fragata, y los expedicionarios fueron llevados al Círculo de Oficiales de Marina, en la calle Florida, recibiendo en el trayecto muestras de afecto y entusiasmo de los porteños, que desde las aceras y balcones hacían llegar sus ramilletes de flores y su vítores. Ante este recibimiento Nordenskjöld manifestó:
Durante la presidencia del General Julio Argentino Roca se daban las condiciones para que nuestro país pudiera intervenir más activamente en el quehacer científico y se ocupara de colaborar en el avance general de la ciencia. Argentina cooperó con los científicos europeos dispuestos a explorar e investigar en esas frías regiones; la instalación del observatorio en el grupo de las islas de Año Nuevo y el rescate a la expedición sueca fueron ejemplos de ello.
En la Expedición Sueca al mando del Dr. Nordensjöld, llegó al Puerto de Buenos Aires en diciembre de 1901 a bordo del Antartic, un barco con historia en la navegación en aguas polares. Nordenskjöld solicitó apoyo al presidente Julio A. Roca para continuar hacia la Antártida con su expedición.
Roca a su vez le solicitó que un argentino formara parte de su expedición y el seleccionado fue el Alférez de Marina José María Sobral y puso a disposición de la expedición la ayuda necesaria para el éxito de la misma. Así Sobral se convierte en el primer argentino que invernó en la Antártida.
La idea de Nordenskjöld era permanecer durante un año tomando muestras, para lo cual eligió como lugar adecuado Cerro Nevado, situado al noreste de la Tierra de San Martín; al finalizar su año de invernada el Antartic los buscaría en marzo de 1903. Pero el Antártic queda aprisionado entre los hielos el 10 de enero de 1903, su tripulación quedó aislada en tres grupos y sin posibilidades de regreso. Nordenskjöld había indicado a las autoridades artenginas antes de partir del Puerto de Bs. As. que proyectaba regresar en marzo de 1903. Al pasar esa fecha y sin recibir noticias sobre la expedición la incertidumbre por la suerte de la expedición conmovió a los medios científicos de nuestro país y extranjeros, pero principalmente a la prensa argentina.
Foto: Casa de Cerro Nevado 22 de febrero 2014 ©Cap Mario Künztler
Una carta pública del Dr. Francisco P. Moreno sintetizó la ansiedad de varios sectores e invocó el espíritu humanitario de nuestro país para justificar el operativo de rescate. Nuestro país no contaba con un buque apto para la navegación polar, por lo que se dispuso acondicionar alguno de la flota para intentar la búsqueda de los expedicionarios, entre los que se encontraba un argentino.
Se escogió a la cañonera Uruguay para tal fin por lo que la acondicionó reforzando su casco para que pudiera resistir el embate de los témpanos, se cambió la arboladura, se la dotó de las máquinas del destructor Santa Fe, se cerraron la proa y la popa con los denominados lomos de ballena y sobre el puente se tendió un toldo protector. La cañonera Uruguay zarpó el 8 de octubre de 1903 rumbo a la Antártida en busca de la expedición sueca, era su comandante el Teniente de Navío Julián Irizar.
Fotos: ©Proyecto Antártida Docentes Escobar, fotos legadas por la familia de Julián Irizar a este equipo docente y forma parte de la Muestra Fotográfica que exponemos en nuestras Jornadas de Disertación.
Otros países también se habían alistado para realizar el rescate, pero nuestra cercanía con el continente blanco quiso el destino que sea la Uruguay quien rescatara a los expedicionarios. Llegó el 4 de noviembre a avistar los primeros hielos al noroeste de las islas Shetland del Sur, el día 5 el vigía anunció que una espesa faja del pack cerraba el horizonte y la nave se veía forzada a buscar un paso entre el pack y la costa. El día 6 de noviembre recién se las aguas estuvieron libres de hielo y la nave se dirigió hacia la isla Seymour, la actual Base Marambio. Debido a que el hielo que luego encontraron era muy duro, Irízar dispuso que una comisión bajara a tierra; fueron los designados el Teniente Flies y el médico del barco, quienes recorrieron en trineo la costa hallando un mensaje escrito en una madera a lo alto del palo que decía: "Jackson, 1899" y alguien más había agregado más recientemente "Sobral - Anderson, octubre de 1903".
Los témpanos en movimiento obligaron a la Uruguay a levar anclas y navegar lentamente a lo largo de la costa durante 24 hs. mientras los hombres trataban de avistar una tienda o una cabaña, la cual identificaron a las cinco de la mañana: Irízar y Yalour bajaron en bote y se dirigieron al lugar encontrándose con los Bodman y Akerlund que estaban buscando huevos de pingüinos. Luego de un intercambio de saludos y abrazos, los cuatro hombres emprendieron rápidamente la marcha hacia la estación invernal de Cerro Nevado. Era el 8 de noviembre de 1903. Al anochecer y luego de cargar las valiosas colecciones de los expedicionarios, eligiéndolas entre sus pertenencias personales, la Uruguay se dirigió hacia la isla Paulet, donde se encontraba el resto de los suecos que se habían refugiado luego de que el Antártic quedara atrapado en los hielos. Posteriormente se dirigieron hacia bahía Esperanza para recoger las colecciones de los tres hombres que allí se habían refugiado durante nueve meses. Emprendieron el regreso previo paso por la isla de Año Nuevo donde Sobral desembarcó para verificar el instrumental magnético, operación que no se había podido realizar en el viaje de ida. En la isla de los Estados dejaron los perros groenlandeses, algunos de los cuales, luego fueron llevados por Charcot. El 22 de noviembre llegaron a Santa Cruz, donde Irízar telegrafió a Buenos Aires, "Puerto de Santa Cruz, noviembre 22 A.S.E. el señor ministro de Marina, Buenos Aires. La comisión de la Uruguay ha tenido completo éxito. He recalado hoy a este puerto accediendo a un pedido del doctor Nordenskjöld, que deseaba cuanto antes comunicarse telegráficamente con su país"
Foto: Sobral (izquierda) Otto Nordenskjöld Cerro Nevado 1903
El 30 de noviembre la Uruguay llegó al Río de la Plata y se procedió a ordenar y pintar la nave, entrando al puerto el 2 de diciembre, en medio del entusiamo general. Funcionarios del gobierno y destacadas personalidades esperaban a los viajeros. A su arribo y en el mismo apostadero Irízar recibió su ascenso a Capitán de Fragata, y los expedicionarios fueron llevados al Círculo de Oficiales de Marina, en la calle Florida, recibiendo en el trayecto muestras de afecto y entusiasmo de los porteños, que desde las aceras y balcones hacían llegar sus ramilletes de flores y su vítores. Ante este recibimiento Nordenskjöld manifestó:
"Si es cierto, como se ha dicho algunas veces, que el Interés producido por una empresa de verdadero valer da la medida de la cultura de los pueblos, constituida esta manifestación seguramente una prueba del excelente estado en que se encontraba el pueblo argentino".
Foto: ©Proyecto Antártida Docentes Escobar, fotos legadas por la familia de Julián Irizar a este equipo docente y forma parte de la Muestra Fotográfica que exponemos en nuestras Jornadas de Disertación.
El 9 de diciembre en el teatro Politeama Nordenskjöld concluyó su disertación dedicando algunas palabras a la expedición de la Uruguay:
"Esta expedición de la Uruguay, la primera que ha salido del hemisferio sur, no será la última que la Argentina mande"
Y se refirió a Sobral con estas palabras:
"En el teniente Sobral ya poseen ustedes una persona que está al corriente de todas las cuestiones que un explorador de las regiones polares del sur necesita conocer".
El Dr. Bruce, quien había estado efectuando actividades oceanográficas y meteorológicas en el Atlántico Sur, había invernado en las islas Orcadas del Sur durante el año 1903 y había dejado, a fines de ese año, en la isla Laurie una pequeña dotación mientras él regresaba a bordo de su buque Scotia para repararlo y reaprovisionarse en Buenos Aires a fin de luego regresar para realizar otras actividades en el mar de Weddell.
En Buenos Aires tomó contacto con los oficiales de la Marina argentina; la llegada de Sobral y los expedicionarios suecos, el clima que aquí se vivía luego del histórico rescate inclinaron al doctor Bruce, jefe de la expedición antártica escocesa, a pensar que nuestro país podía continuar con las observaciones iniciadas por sus hombres en la Isla Laurie, (la actual Orcadas del Sur).
Bruce se dirigió al Jefe de la Oficina Meteorológica del Ministerio de Agricultura, Gualterio Davis y le ofreció al gobierno que se hiciera cargo de la estación meteorológica establecida en la isla Laurie, para que se continuaran los estudios iniciados por ellos en ese año de 1903. Le estaba vendiendo al Gobierno argentino la instalación de Omond House, a la que él había bautizado así en honor de uno de los organizadores de la expedición, el depósito de instrumental y los aparatos de observación, todo por la suma de cinco mil pesos moneda nacional; sólo ponía una condición y era que dicha venta no se hiciera pública, que figura como donación hecha por él a nuestro gobierno, en retribución por la ayuda que le prestara la Armada Nacional durante su viaje de las Orcadas a Buenos Aires, suma de dinero que necesitaba para continuar sus expediciones y pagar las reparaciones efectuadas a su buque.
Davis valoró la importancia de continuar con las observaciones comenzadas por los escoceses, sumamente útiles desde el punto de vista práctico y de interés científico, tal como se comprobó una década después. Por lo cual se entrevistó con el subsecretario del Ministerio de Agricultura Dr. Carlos Ibarguren; ambos valoraron la importancia que tendría para nuestro país no sólo el interés científico sino también político el establecimiento permanente de una instalación oficial del gobierno en lo que entonces se llamaban "mares australes de la República".
Rápidamente y de acuerdo con la conciencia que estaba aumentando en la República, el presidente Roca firmó un decreto el 2 de enero de 1904 por el cual se autorizó al Jefe de la Oficina Meteorológica Argentina a hacerse cargo de la instalación ofrecida por el Dr. Bruce, con personal designado del Ministerio de Agricultura y el que posteriormente pudiera suministrar el Ministerio de Marina.
El decreto decía lo siguiente:
"Considerando que es de alta conveniencia científica y práctica extender a dichas regiones las observaciones que se hacen en la isla de Año Nuevo y en el Sur de la República,
"El presidente de la Nación Argentina decreta:
"Artículo 1º. Autorizase al jefe de la Oficina Meteorológica Argentina para recibir la instalación ofrecida por el señor William S. Bruce en las islas Orcadas del Sur y establecer un nuevo observatorio meteorológico y magnético en las mismas.
Artículo 2º. El personal se compondrá de los empleados que el Ministerio de Agricultura designe y de los que posteriormente pueda suministrar el Ministerio de Marina.
Artñiculo 3º. Anualmente serán reemplazados dichos empleados por los que designe para relevarlos y que conduciría un buque de la Armada.
Artículo 4º. La asignación de sueldos y viáticos para los que no los tengan determinado por el presupuesto, así como los demás gastos requeridos, serán determinados por el Ministerio de Agricultura e imputados al ítem correspondiente del presupuesto general.
Artículo 5º. Comuníquese, publíquese y dése al Registro Nacional.
Junto con el observatorio se instaló también la primera oficina de correos que funcionó en la Antártida en forma permanente, siendo el primer jefe el señor Hugo Acuña, miembro de la dotación, con apenas 18 años de edad; fue designado para esta tarea por el entonces director general de Correos y Telégrafos de la Nación don Manuel García Fernandez y se lo proveyó para tal fin de una valija postal con formularios del correo nacional y un matasellos para inutilizar las estampillas argentinas utilizadas por el personal del observatorio. El autor de esta iniciativa fue Francisco P Moreno.
Hugo Acuña fue quien izó por primera vez nuestro pabellón nacional en Orcadas.
El 21 de enero, zarpó el Scotia hacia las Orcadas con la primera comisión meteorológica argentina compuesta por tres hombres de la gente experimentada del Dr. Bruce y los argentinos Edgar C. Szmula, empleado en la Oficina Meteorológica Argentina; Hugo A Acuña, perteneciente a la División de Ganadería y Luciano H Valette, de la Oficina de Zoología del Ministerio de Agricultura. Este personal trabajaría bajo la dirección del señor Roberto Mossman, miembro de la expedición escocesa, que de ese modo haría una nueva invernada en la isla, junto con William Smith, que quedaría como cocinero de la comisión argentina.
El 14 de febrero de 1904 el Scotia llegó a la isla Laurie y el 19 se efectuó la ceremonia de traspaso de las instalaciones, enarbolándose la bandera nacional junto a la escocesa hasta el 22 de febrero en que fue arriada ésta al zarpar el Scotia.
Hugo Acuña en su libro "Diario del Estafeta Postal" relata los hechos que sucedieron ese 22 de febrero de 1904:
Febrero 22: A la madrugada se llevaron a bordo un lobodón chico que apareció días pasados. Se colocó en amemómetro. Por la mañana desembarcó el Dr. Bruce y el Sr. Wilton vinieron a buscar lo que les faltaba embarcar.
A las 12 m. partió el "Scotia", da la vuelta para pasar por el estrecho de Washington, a las 3 p.m. lo divisamos cruzando entre Saddle y Bernett cap. y poco tiempo después pierdiose de vista, ya quedamos completamente abandonados, no veremos ningún otro barco hasta que nos vengan a buscar.
Esta noche se leyó un poco y a las 10 me voy a la cama.
A las 8 1/2 a.m. el "Scotia" levantó bandera, nosotros izamos la argentina a tope y seguida la escocesa, a las 11 a.m. se quita ésta quedando solo la argentina.
A partir de ese 22 de febrero y por los siguientes 40 años nuestro país fue el único con presencia activa en la Antártida, y el observatorio de la Isla Laurie jamás dejó de funcionar y aportando datos valiosos al mundo.
En el año 1974 la Nación bajo la Ley Nº 20.827/74 publicada en el Boletín Oficial 23.043 del 25 de noviembre de 1974 se instituyó como Día de la Antártida Argentina el 22 de febrero de cada año, mencionando que ese día se izará al tope la bandera nacional en los edificios públicos de la Nación y se realizarán actos alusivos a nuestros irrenunciables derechos de soberanía sobre la Antártida Argentina en todos los establecimientos educacionales.
Foto: Dr. Bruce ©Diario de la Estafeta Postal 2015
En Buenos Aires tomó contacto con los oficiales de la Marina argentina; la llegada de Sobral y los expedicionarios suecos, el clima que aquí se vivía luego del histórico rescate inclinaron al doctor Bruce, jefe de la expedición antártica escocesa, a pensar que nuestro país podía continuar con las observaciones iniciadas por sus hombres en la Isla Laurie, (la actual Orcadas del Sur).
Bruce se dirigió al Jefe de la Oficina Meteorológica del Ministerio de Agricultura, Gualterio Davis y le ofreció al gobierno que se hiciera cargo de la estación meteorológica establecida en la isla Laurie, para que se continuaran los estudios iniciados por ellos en ese año de 1903. Le estaba vendiendo al Gobierno argentino la instalación de Omond House, a la que él había bautizado así en honor de uno de los organizadores de la expedición, el depósito de instrumental y los aparatos de observación, todo por la suma de cinco mil pesos moneda nacional; sólo ponía una condición y era que dicha venta no se hiciera pública, que figura como donación hecha por él a nuestro gobierno, en retribución por la ayuda que le prestara la Armada Nacional durante su viaje de las Orcadas a Buenos Aires, suma de dinero que necesitaba para continuar sus expediciones y pagar las reparaciones efectuadas a su buque.
Foto: Omond House ©Base Orcadas. Archivo Histórico
Davis valoró la importancia de continuar con las observaciones comenzadas por los escoceses, sumamente útiles desde el punto de vista práctico y de interés científico, tal como se comprobó una década después. Por lo cual se entrevistó con el subsecretario del Ministerio de Agricultura Dr. Carlos Ibarguren; ambos valoraron la importancia que tendría para nuestro país no sólo el interés científico sino también político el establecimiento permanente de una instalación oficial del gobierno en lo que entonces se llamaban "mares australes de la República".
Rápidamente y de acuerdo con la conciencia que estaba aumentando en la República, el presidente Roca firmó un decreto el 2 de enero de 1904 por el cual se autorizó al Jefe de la Oficina Meteorológica Argentina a hacerse cargo de la instalación ofrecida por el Dr. Bruce, con personal designado del Ministerio de Agricultura y el que posteriormente pudiera suministrar el Ministerio de Marina.
El decreto decía lo siguiente:
"Considerando que es de alta conveniencia científica y práctica extender a dichas regiones las observaciones que se hacen en la isla de Año Nuevo y en el Sur de la República,
"El presidente de la Nación Argentina decreta:
"Artículo 1º. Autorizase al jefe de la Oficina Meteorológica Argentina para recibir la instalación ofrecida por el señor William S. Bruce en las islas Orcadas del Sur y establecer un nuevo observatorio meteorológico y magnético en las mismas.
Artículo 2º. El personal se compondrá de los empleados que el Ministerio de Agricultura designe y de los que posteriormente pueda suministrar el Ministerio de Marina.
Artñiculo 3º. Anualmente serán reemplazados dichos empleados por los que designe para relevarlos y que conduciría un buque de la Armada.
Artículo 4º. La asignación de sueldos y viáticos para los que no los tengan determinado por el presupuesto, así como los demás gastos requeridos, serán determinados por el Ministerio de Agricultura e imputados al ítem correspondiente del presupuesto general.
Artículo 5º. Comuníquese, publíquese y dése al Registro Nacional.
Julio Argentino Roca - Wenceslao Escalante"
Hugo Acuña fue quien izó por primera vez nuestro pabellón nacional en Orcadas.
Foto: Hugo Acuña ©Diario de la Estafeta Postal 2015
Foto: Valette con esquíes ©Diario de la Estafeta Postal. 2015
Foto: Hugo Acuña ©Diario de la Estafeta Postal. 2015
El 14 de febrero de 1904 el Scotia llegó a la isla Laurie y el 19 se efectuó la ceremonia de traspaso de las instalaciones, enarbolándose la bandera nacional junto a la escocesa hasta el 22 de febrero en que fue arriada ésta al zarpar el Scotia.
Hugo Acuña en su libro "Diario del Estafeta Postal" relata los hechos que sucedieron ese 22 de febrero de 1904:
Febrero 22: A la madrugada se llevaron a bordo un lobodón chico que apareció días pasados. Se colocó en amemómetro. Por la mañana desembarcó el Dr. Bruce y el Sr. Wilton vinieron a buscar lo que les faltaba embarcar.
A las 12 m. partió el "Scotia", da la vuelta para pasar por el estrecho de Washington, a las 3 p.m. lo divisamos cruzando entre Saddle y Bernett cap. y poco tiempo después pierdiose de vista, ya quedamos completamente abandonados, no veremos ningún otro barco hasta que nos vengan a buscar.
Esta noche se leyó un poco y a las 10 me voy a la cama.
A las 8 1/2 a.m. el "Scotia" levantó bandera, nosotros izamos la argentina a tope y seguida la escocesa, a las 11 a.m. se quita ésta quedando solo la argentina.
A partir de ese 22 de febrero y por los siguientes 40 años nuestro país fue el único con presencia activa en la Antártida, y el observatorio de la Isla Laurie jamás dejó de funcionar y aportando datos valiosos al mundo.
En el año 1974 la Nación bajo la Ley Nº 20.827/74 publicada en el Boletín Oficial 23.043 del 25 de noviembre de 1974 se instituyó como Día de la Antártida Argentina el 22 de febrero de cada año, mencionando que ese día se izará al tope la bandera nacional en los edificios públicos de la Nación y se realizarán actos alusivos a nuestros irrenunciables derechos de soberanía sobre la Antártida Argentina en todos los establecimientos educacionales.
Foto: Base Orcadas febrero 2016 ©Capitán de Corbeta Daniel Manino - Jefe Base Orcadas 2016
Llevamos 113 años con presencia ininterrumpida en la Antártida, y todavía los argentinos desconocen en su mayoría nuestra historia y nuestra actividad presente en la Antártida.
Lamentablemente el 22 de febrero las escuelas se encuentran en el período de vacaciones de verano, por lo cual el tema no se trata y al iniciar el ciclo lectivo, son tantas las actividades de inicio que no se repara en las fechas importantes del mes anterior, pero lo que es peor aún, el tema no se enseña porque el docente lo desconoce, o carece de material para preparar sus clases y desarrollarlo.
En la Provincia de Buenos Aires, la Antártida aparece como tema a desarrollar en la Ley Provincial y a partir de la instauración del mapa bicontinental en el año 2010, dicha ley le otorga mandato a la Dirección General de Escuelas y Cultura para que "capacite" a los docentes de la Provincia de Buenos Aires, sobre la importancia del Continente Antártico, pero sin embargo esto no se cumple.
Nuestro Proyecto Educativo de las Jornadas de Disertación sobre la Antártida que organizamos un grupo de docentes de la Ciudad de Escobar, en la Prov. de Buenos Aires, ha sido pionero en este tema, comenzamos en el año 2008, y sin embargo, no nos resulta fácil llevar nuestras Jornadas a los docentes y a las escuelas, el mismo sistema educativo pone las trabas; pero, a pesar de ello, poco a poco más docentes y más alumnos comienzan a descubrir el continente antártico y poco a poco se da el tema en el aula; llevamos a la fecha 9 años en el camino de difundir en las escuelas sobre la Antártida en general, pero fundamentalmente sobre el quehacer argentino en el continente blanco.
Mucho camino hay para recorrer aún, mucho más para aprender, este espacio pretende humildemente colaborar en la difusión, pero se necesita que el mismo sistema educativo, tanto en Buenos Aires como en el resto del país colabore en la enseñanza y difusión, porque serán las generaciones venideras las que tendrán que reclamar lo que es nuestro cuando venza la protección con la que cuenta la Antártida a través del Tratado Antártico.
Y para eso, nuestras generaciones necesitan conocer, saber y aprender de qué se trata y cuál es su importancia.
Foto: Base Orcadas 2015 ©Teniente de Navío Juan Manuel Garita - Jefe Base Orcadas Dotació 2015
Los primeros días de marzo del pasado 2016 pude visitar la Isla 25 de Mayo, en las Shetland del Sur, relativamente cerca de Orcadas,
Pisar suelo antártico genera un magnetismo y un encanto a la vez, son sensaciones inexplicables que se sienten, la atracción que genera el continente blanco es como un imán, tan potente que cuando el avión despega, emprendiendo el regreso es inevitable que las lágrimas fluyan.
La camaradería que reina hace que el visitante se sienta como en casa y eso que mi visita fue a bases de otros países y no así a nuestra Carlini; llegar de visita en pleno relevo de dotaciones de 8 de las 9 bases que se hallan en la isla, es ver gente que llega, gente que se va, abrazos, lágrimas, alegría, la logística en pleno fluir y contra reloj porque se cerraba la ventana climática.
Pero no obstante al recambio y el movimiento que ésto genera en cada base, la calidez para recibir al que llega está presente; el que llega por primera vez contempla el paisaje, quiere preguntar, quiere saber de tal o cual cosa, pero tiene al frente a personas que hablan distintos idiomas, entonces uno necesita dejar de lado su idioma nativo y el inglés pasa a ser la lengua con la que uno necesita manejarse y si encuentra a alguien que habla español es cambiar el chip para seguir preguntando, recorriendo y conociendo. Aunque a veces el idioma universal tampoco pueda ser utilizado, cuando el interlocutor habla ruso y sólo ese idioma, entonces, el ingenio puede más y el lenguaje de señas cobra sentido y se torna de mucha utilidad para comunicarse con el otro. La hospitalidad no se ve afectada por estos pequeños detalles. Todas estas situaciones me tocó vivenciar, pero además tuve un guía, el mejor guía, que me llevó a conocer la isla que ya es su sugunda casa, el explorador antártico chileno que más sabe de la Antártida, Alejo Steading, y mi visita a la Antártida fue completa, más no podía pedir.
Hay un lema conocido en el mundo antártico que dice: "no se puede amar lo que no se conoce".
Que este lema no se convierta en ego para marcar la diferencia del ser "Antártico" sobre el que no lo es.
Que ese lema sea una bandera para que aquellos que han tenido la posibilidad de pisar suelo antártico, trabajar, investigar, vivir por el tiempo que duró la invernada, brinden su conocimiento a las generaciones venideras, los niños, los jóvenes, a los adultos, a las pesonas mayores, para que sepan sobre ella, sembrándoles el gustito por querer saber más, transformándose en distribuidores de ese saber, de la importancia que tiene la Antártida para el clima del mundo y que hay que cuidarla.
Que nuestra historia antártica no sea olvidada, ni tergiversada, acomodándola al antojo de cada uno según de quien descienda, o por cuya historia uno haya conocido y nos guste más o creamos que es la más importante.. Poseemos una rica historia antártica y cada uno quienes la construyeron merecen el mismo respeto y valor histórico según la época en la que le tocó vivir.
"Nadie puede amar lo que no se conoce" y aquellos que son llamados "Antárticos" tienen la gran misión de hacer conocer a través del relato, qué hacemos los argentinos en la Antártida, para que puedan amarla. Ésa es la misión del antártico, o debería serlo, dejando el ego a un costado.
De otro modo seguiremos contando los años de presencia y nada más, sólo seremos los primeros, nadie nos quitará ese ito histórico, pero los que vinieron después se habrán ocupado de hacer conocer, amar y defender.
Antártico" es mucho más que un título, o un linaje, una condición de ser.
Señores, ser "Antártico" es brindar a otros las vivencias, lo que uno aprendió de ella, a esos otros que serán los encargados de tomar la posta cuando uno no ya esté más en este mundo.
Lamentablemente el 22 de febrero las escuelas se encuentran en el período de vacaciones de verano, por lo cual el tema no se trata y al iniciar el ciclo lectivo, son tantas las actividades de inicio que no se repara en las fechas importantes del mes anterior, pero lo que es peor aún, el tema no se enseña porque el docente lo desconoce, o carece de material para preparar sus clases y desarrollarlo.
En la Provincia de Buenos Aires, la Antártida aparece como tema a desarrollar en la Ley Provincial y a partir de la instauración del mapa bicontinental en el año 2010, dicha ley le otorga mandato a la Dirección General de Escuelas y Cultura para que "capacite" a los docentes de la Provincia de Buenos Aires, sobre la importancia del Continente Antártico, pero sin embargo esto no se cumple.
Nuestro Proyecto Educativo de las Jornadas de Disertación sobre la Antártida que organizamos un grupo de docentes de la Ciudad de Escobar, en la Prov. de Buenos Aires, ha sido pionero en este tema, comenzamos en el año 2008, y sin embargo, no nos resulta fácil llevar nuestras Jornadas a los docentes y a las escuelas, el mismo sistema educativo pone las trabas; pero, a pesar de ello, poco a poco más docentes y más alumnos comienzan a descubrir el continente antártico y poco a poco se da el tema en el aula; llevamos a la fecha 9 años en el camino de difundir en las escuelas sobre la Antártida en general, pero fundamentalmente sobre el quehacer argentino en el continente blanco.
Mucho camino hay para recorrer aún, mucho más para aprender, este espacio pretende humildemente colaborar en la difusión, pero se necesita que el mismo sistema educativo, tanto en Buenos Aires como en el resto del país colabore en la enseñanza y difusión, porque serán las generaciones venideras las que tendrán que reclamar lo que es nuestro cuando venza la protección con la que cuenta la Antártida a través del Tratado Antártico.
Y para eso, nuestras generaciones necesitan conocer, saber y aprender de qué se trata y cuál es su importancia.
Foto: Base Orcadas 2015 ©Teniente de Navío Juan Manuel Garita - Jefe Base Orcadas Dotació 2015
Los primeros días de marzo del pasado 2016 pude visitar la Isla 25 de Mayo, en las Shetland del Sur, relativamente cerca de Orcadas,
Pisar suelo antártico genera un magnetismo y un encanto a la vez, son sensaciones inexplicables que se sienten, la atracción que genera el continente blanco es como un imán, tan potente que cuando el avión despega, emprendiendo el regreso es inevitable que las lágrimas fluyan.
La camaradería que reina hace que el visitante se sienta como en casa y eso que mi visita fue a bases de otros países y no así a nuestra Carlini; llegar de visita en pleno relevo de dotaciones de 8 de las 9 bases que se hallan en la isla, es ver gente que llega, gente que se va, abrazos, lágrimas, alegría, la logística en pleno fluir y contra reloj porque se cerraba la ventana climática.
Pero no obstante al recambio y el movimiento que ésto genera en cada base, la calidez para recibir al que llega está presente; el que llega por primera vez contempla el paisaje, quiere preguntar, quiere saber de tal o cual cosa, pero tiene al frente a personas que hablan distintos idiomas, entonces uno necesita dejar de lado su idioma nativo y el inglés pasa a ser la lengua con la que uno necesita manejarse y si encuentra a alguien que habla español es cambiar el chip para seguir preguntando, recorriendo y conociendo. Aunque a veces el idioma universal tampoco pueda ser utilizado, cuando el interlocutor habla ruso y sólo ese idioma, entonces, el ingenio puede más y el lenguaje de señas cobra sentido y se torna de mucha utilidad para comunicarse con el otro. La hospitalidad no se ve afectada por estos pequeños detalles. Todas estas situaciones me tocó vivenciar, pero además tuve un guía, el mejor guía, que me llevó a conocer la isla que ya es su sugunda casa, el explorador antártico chileno que más sabe de la Antártida, Alejo Steading, y mi visita a la Antártida fue completa, más no podía pedir.
Que este lema no se convierta en ego para marcar la diferencia del ser "Antártico" sobre el que no lo es.
Que ese lema sea una bandera para que aquellos que han tenido la posibilidad de pisar suelo antártico, trabajar, investigar, vivir por el tiempo que duró la invernada, brinden su conocimiento a las generaciones venideras, los niños, los jóvenes, a los adultos, a las pesonas mayores, para que sepan sobre ella, sembrándoles el gustito por querer saber más, transformándose en distribuidores de ese saber, de la importancia que tiene la Antártida para el clima del mundo y que hay que cuidarla.
Que nuestra historia antártica no sea olvidada, ni tergiversada, acomodándola al antojo de cada uno según de quien descienda, o por cuya historia uno haya conocido y nos guste más o creamos que es la más importante.. Poseemos una rica historia antártica y cada uno quienes la construyeron merecen el mismo respeto y valor histórico según la época en la que le tocó vivir.
"Nadie puede amar lo que no se conoce" y aquellos que son llamados "Antárticos" tienen la gran misión de hacer conocer a través del relato, qué hacemos los argentinos en la Antártida, para que puedan amarla. Ésa es la misión del antártico, o debería serlo, dejando el ego a un costado.
De otro modo seguiremos contando los años de presencia y nada más, sólo seremos los primeros, nadie nos quitará ese ito histórico, pero los que vinieron después se habrán ocupado de hacer conocer, amar y defender.
Antártico" es mucho más que un título, o un linaje, una condición de ser.
Señores, ser "Antártico" es brindar a otros las vivencias, lo que uno aprendió de ella, a esos otros que serán los encargados de tomar la posta cuando uno no ya esté más en este mundo.
Lic. Dora E. Gerez
Proyecto Antártida
Proyecto Antártida
Docentes - Escobar
Prov. de Bs As. Argentina
Fuente Bibliográfica:
Los Tiempos de la Antártida. Historia Antártica Argentina. Ricardo Capdevila - Santiago Comerci. Editorial: Museo del Fin del Mundo. 2013
Cuatro años en las Orcadas del Sur. Jose Manuel Moneta. Ediciones Peuser.1958
Historia de la Antártida. Adolfo Quevedo Paiva. Editorial Argentinidad. 2012
La Antártida Argentina. Caja Nacional de Ahorro y Seguro. Colaboraciones para el docente Nº 8. Para nivel secundario. 1987
Diario del Estafeta Postal. Hugo Acuña. Pionero de la Soberania Argentina en la Antártida. Centro de Documentación Patagónica Departamento de Humanidades Universidas Nacional del Sur.1982.
Diario del Estafeta Postal Primer Argentino en Izar la Bandera Argentina en la Antártida. Museo Marítimo de Ushuaia Edición 2015
El Alferez Sobral y la Soberanía Argentina en la Antártida. Laurio Destefani. Instituto de Publicaciones Navales. 1974
Las Expediciones Antárticas. Boletín del Centro Naval. Número 836 Mayo/Agosto 2013